11.2.11


Tiempos alienígenas
Me han visto en la prensa en estas semanas pasadas: el señor de la bodega de la esquina de mi calle, donde compro vino (barato casi siempre), quien desde entonces me quiere invitar “a algo” cuando (yo) tenga tiempo. Si sales en el periódico inmediatamente parece que tienes menos tiempo, que estás muy ocupado. La verdad es que este señor de voz y zapatos rotundos ya me trataba genial antes de esta nueva fase o desfase, incluso en cuanto a lo de invitar porque me ha regalado en alguna ocasión una botella de su propia bodega, a pesar de que nuestra primera impresión mutua fue muy Larry David, algo equívoca. Pero luego la relación se equilibró, se europeizó, y floreció la armonía y hasta la química. Lo que sí ha cambiado desde que me vio impreso y con confeti enredado en la barba es sólo la cuestión del tiempo, ahora tengo mucho menos según él. También me ha “leído” en las revistas, luego en este caso parece haber hasta más inmersión en la trama, el dueño del bar de debajo de mi casa, donde tan sólo a veces desayuno, es cierto que mucho (huevos...). Y también es verdad que durante una semana seguida hace meses, salvo algún día que fuimos a Malasaña, desayunamos juntos (también mucho) LD Beghtol y yo cuando vino un tiempo aquí a Madrid para preparar los fastos de la grabación de Superluv. No pasamos desapercibidos en un entorno digamos tan proverbial, sería absurdo negarlo, y en cierto modo cuando me vieron en la prensa el otro día todo cobró más sentido. Alguien del barrio ya le había dicho, al parecer, que yo era músico, pero hasta que me descubrió en donde fuera que me viese no me dijo nada. Entonces resultó cierto el rumor. Según él en verano estaré muy ocupado, claro, si ya me lo temía: otra vez mi agenda echa fuego. Existe esa concepción supongo que debido a la tradición folclórica y de Verano Azul de España, esas fiestas de los pueblos donde los ayuntamientos se gastaban todo su dinero y más si podían durante una semana larga del verano: toros, fuegos artificiales, petardos y folclóricas, todo muy ruidoso y a punto de explotar y de llenar el psiquiátrico de misteriosos, paranormales ataques de nervios. Ahora creo que sucede en menor desmedida (espero). Lo que no tengo claro es en qué grupo de esos cuatro me incluyen ellos en este enredo, desde esa perspectiva suya de una sociedad que yo percibo como remota pero que quizá en la calle lo más razonable sea asumir que suceden muchos universos paralelos en tiempo y espacio simultáneamente como en la ciencia ficción pero sin ese componente que todos entendemos cuando decimos ciencia ficción, sino en versión típica. También se ha informado de mi identidad el vendedor de cupones de la once, a quien tampoco compro demasiado, pero sí es el único a quien compro. Me suele tocar el reintegro, muchas veces, sin más, sin menos. Según él hacía mucho que no me veía, en persona, porque verme sí me había visto del otro modo (alienígena). Pero no le extrañó nada de nada, porque debo de estar muy liado, claro... Intentaré sacar tiempo y llegar al concierto de Barcelona de este sábado.