sounds and silences: THE BASEMENT TAPES
Oigo de ruido de fondo cómo suenan las cañerías de mi casa mientras Bob Dylan canta por infinita vez ODDS AND ENDS. He lavado la vajilla, la losa, como más me gusta decir a lo colombiano porque suena mucho mejor. Me dedico casi todo el tiempo a descifrar qué suena mejor, luego cómo prefiero nombrar a los platos donde como es tan lícito como cuando cambio de acorde o de octava si el timbre de mi voz me parece más fluido o de palabra si lo que digo puede decirse con un sinónimo para resultar más manipulador. El póster de Howe Gelb que me regaló Gorka, un piano de cuya cola salen despedidos una barca, un sombrero, libros, partituras, flores, está parcialmente tapado por la olla húmeda donde hace un rato latían por última vez unos tomates y champiñones agonizando en sal, pimentón, albahaca y una cucharada sopera de aceite. No escancié el aceite con cuchara, sino que esa es la medida aproximada de aceite que suelen recomendar en las recetas, por eso lo digo, por si alguien quiere versionar mi sofrito; es fácil, claro que yo lo hago al mismo tiempo que toco la guitarra acústica, me enrollo un cigarro de liar, miro de reojo el telediario sin volumen, y me narra las noticias BD. Vi una foto de P. J. Harvey en su casa y detrás tenía el mismo póster colgado; revisé el mío por si acaso. Hay dos cosas y media que se pueden deducir de mis palabras. Una: tengo un póster de Howe Gelb en la cocina. Dos: esta apoyado en la pared puesto que una olla recién lavada lo tapa parcialmente. Media: y sobre todo, el póster está apoyado en la pared porque jamás en la vida sería capaz de colgarlo convenientemente en la pared con su taladro y su llave inglesa correspondiente sin hacer un agujero desde el que mi vecino pudiera ver de primera mano mi excelso culo. Paro un momento de describir con licencias mi gerundio porque THE BASEMENT TAPES me parapeta inmóvil, las cañerías cesan su perfecto sistema de goteo, sonrío, me dan ganas de fumar. Mucha música me da ganas de fumar, lo he comentado con varios amigos, creo, Toronado, Pierrot, Pablo Errea. No sé si exactamente con ellos, con Gorka también, con AB seguro, y siempre les hace gracia. Regreso a la cicatriz de nacimiento, la que precede al sexo y concluye a la tripa, aunque no tenga tripa, porque estoy en forma, podría ver sin descansar el maratón de Nueva York por televisión, perfectamente, tengo patatas fritas, un aguacate que aplastar y salpimentar, una cucharada de aceite y un piano eléctrico con todas sus notas en blanco y negro, y una pequeña colección de dinosaurios en miniatura y plástico, que no pueden acarrear problemas porque se extinguieron hace millones de años, o más.
Oigo de ruido de fondo cómo suenan las cañerías de mi casa mientras Bob Dylan canta por infinita vez ODDS AND ENDS. He lavado la vajilla, la losa, como más me gusta decir a lo colombiano porque suena mucho mejor. Me dedico casi todo el tiempo a descifrar qué suena mejor, luego cómo prefiero nombrar a los platos donde como es tan lícito como cuando cambio de acorde o de octava si el timbre de mi voz me parece más fluido o de palabra si lo que digo puede decirse con un sinónimo para resultar más manipulador. El póster de Howe Gelb que me regaló Gorka, un piano de cuya cola salen despedidos una barca, un sombrero, libros, partituras, flores, está parcialmente tapado por la olla húmeda donde hace un rato latían por última vez unos tomates y champiñones agonizando en sal, pimentón, albahaca y una cucharada sopera de aceite. No escancié el aceite con cuchara, sino que esa es la medida aproximada de aceite que suelen recomendar en las recetas, por eso lo digo, por si alguien quiere versionar mi sofrito; es fácil, claro que yo lo hago al mismo tiempo que toco la guitarra acústica, me enrollo un cigarro de liar, miro de reojo el telediario sin volumen, y me narra las noticias BD. Vi una foto de P. J. Harvey en su casa y detrás tenía el mismo póster colgado; revisé el mío por si acaso. Hay dos cosas y media que se pueden deducir de mis palabras. Una: tengo un póster de Howe Gelb en la cocina. Dos: esta apoyado en la pared puesto que una olla recién lavada lo tapa parcialmente. Media: y sobre todo, el póster está apoyado en la pared porque jamás en la vida sería capaz de colgarlo convenientemente en la pared con su taladro y su llave inglesa correspondiente sin hacer un agujero desde el que mi vecino pudiera ver de primera mano mi excelso culo. Paro un momento de describir con licencias mi gerundio porque THE BASEMENT TAPES me parapeta inmóvil, las cañerías cesan su perfecto sistema de goteo, sonrío, me dan ganas de fumar. Mucha música me da ganas de fumar, lo he comentado con varios amigos, creo, Toronado, Pierrot, Pablo Errea. No sé si exactamente con ellos, con Gorka también, con AB seguro, y siempre les hace gracia. Regreso a la cicatriz de nacimiento, la que precede al sexo y concluye a la tripa, aunque no tenga tripa, porque estoy en forma, podría ver sin descansar el maratón de Nueva York por televisión, perfectamente, tengo patatas fritas, un aguacate que aplastar y salpimentar, una cucharada de aceite y un piano eléctrico con todas sus notas en blanco y negro, y una pequeña colección de dinosaurios en miniatura y plástico, que no pueden acarrear problemas porque se extinguieron hace millones de años, o más.