23.5.10


Nunca podrán decir de mí canalla
El hiperrealismo me da tanta alergia como el heno. Para los efectos de esa atmósfera de polen y pasto de animales consumo antihistamínicos y una cierta actitud, aunque sé que es tan pasajero como probablemente crónico. Las sobredosis de certidumbre se combaten solas, igual que el agua se evapora con el sol y que un electroencefalograma puede no detectar algunas señales eléctricas cerebrales muy débiles y darnos por muertos. Proceda de donde sea el ser humano, el paradigma cosmológico que explique el origen, si el caribú es el último animal de la creación, si el espacio es fruto de que los objetos astrofísicos se alejaran unos respecto de los otros. Bueno, así sea, amén, pero eso ya lo sobrevivimos inevitablemente. Esa ya está. ¿Qué interés puede tener recrearlo? El de una banda tributo, el del revival, el decorativo, el del calendario litúrgico, el de la tortura hasta la agonía. El heno es alimento para animales. El único misterio realista apasionante es la paradoja del hotel infinito: siempre puede aceptar más huéspedes, incluso si está lleno.
Escucho: The Alan Tew Orchestra