(…) Ella se solía sentar en el sofá de imitación de cuero con los
brazos cruzados sin darse las manos, como si estuviera tumbada en su
propia fosa aunque sentada pero muy hundida, como si no tuviera fuerza
para erguirse. Prefería no quitarse ni las gafas de sol ni el abrigo
negro y se abrochaba la camisa de lunares hasta el último botón. Así
parecía siempre que o bien acababa de llegar y no sabía de qué iba la
conversación, o estaba a punto de irse y no le daba tiempo a prestar
atención. La casa era muy fría luego la estrategia era perfecta. Un
necesario plan de supervivencia. Aunque era lo más parecido a ver la
televisión (…). *
* En el
verano 2015 escribo una novela y termino todos los detalles de mis
próximos discos, transversalmente. Una lechuza blanca que sonaba como la
música de la escena de la ducha de Psicosis acaba de sobrevolar
nuestras cabezas, dos veces, de ida y de vuelta al nido. (Fotos Anita Bolívar)