4.5.11


© pic Martin Parr
Teletienda de cad谩veres estelares

A las doce de la noche en punto se produjo un cortocircuito en la retransmisi贸n de la TV. Al principio Mary Elizabeth –as铆 pon铆a en la pegatina rosa desva铆da de su buz贸n y en todo el correo postal que recib铆a: las cartas del banco con el nombre de la ciudad donde naci贸 y los recibos de la luz domiciliados en ese banco y las papeletas del censo electoral que le enviaban cada cuatro a帽os a pesar de que jam谩s votaba en ningunas elecciones-, aunque todos sus amigos y colegas de la m煤sica (en "su 茅poca" fue una cantante m铆tica) la conoc铆an como ‘Sissy’, crey贸 que s贸lo era cosa de su mierdosa y apestosa televisi贸n. Pero en un momento extra帽o en el que decidi贸 no echar la culpa de todo a los cochambrosos aparatos que le hab铆a dejado en herencia un marido al que nunca quiso, se asom贸 a la ventana, para lo que tuvo que correr la cortina beige, mugrienta, y volvi贸 a blasfemar. Siempre se dorm铆a con las pupilas dilatadas viendo cualquier pel铆cula de cat谩strofes, y se despertaba con la teletienda de cad谩veres estelares. Su dormitorio daba a un patio interior desde el que pod铆a cotillear las televisiones de sus odiados vecinos, casi siempre refulgiendo con retransmisiones de deportes de equipo que le daban arcadas. Todas estaban apagadas. Primero dedujo que todos se habr铆an muerto. Y sonr铆o abiertamente pero se asust贸 de s铆 misma. Luego concluy贸 que m谩s bien alg煤n tipo de problema grave relacionado con el cambio clim谩tico o con alg煤n sabotaje habr铆a acontecido. De ah铆 que la televisi贸n no funcionara, y estaba segura de que muchas m谩s cosas no funcionar铆an durante toda la noche, casi todas las cosas que de alg煤n modo iban por el aire, las que se mueven m谩s all谩 de “lo natural”: un telef茅rico sin paradas suspendido en un elegante cable de funambulista, por supuesto los aviones, sobre todo los supers贸nicos, asimismo los bombardeos que se estuviesen produciendo en esos instantes, cualquier cometa, Internet... Se lo tienen bien merecido, balbuce贸. Con la tranquilidad de tener explicaci贸n para este y cualquier otro misterio para necios se meti贸 en la cama y se empe帽贸 en dormirse aunque no ten铆a nada de sue帽o. Al poco tiempo, aunque s贸lo era su impresi贸n porque hab铆an pasado realmente seis horas, el ruido de fondo la despert贸. La televisi贸n hab铆a vuelto a funcionar, y la programaci贸n de la teletienda de cad谩veres estelares prosegu铆a su destino morboso. La voz en off hablaba esta vez de una estrella en nebulosa, de una envoltura brillante en expansi贸n de plasma y gas descubierta a 2.300 a帽os luz de la Tierra, denominada Mary Elizabeth ‘Sissy’.